«Comunar» una reflexión postinfernal y nihilista-decolonial
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Resumen
La teología medieval, específicamente la reflexión teológica acerca del carácter comunitario de la trinidad, hizo suyo el desafío de abordar el fenómeno de «ser-uno-en otro y uno-con-otro constitutivo»1 , es decir, el problema de la diferencia-unidad constitutiva. Según afirma el filósofo alemán Peter Sloterdijk: «Si alguna vez se tomó en consideración la idea de una intersubjetividad a priori, fue, desde luego, en el entrelazamiento de las personas trinitarias»2 . Además, como lo muestra San Agustín en sus Confesiones, el discurrir teológico tampoco eludió dilucidar el affaire de la «mismidad» siempre ya acompañada, originariamente avocada a «ser-con», resguardando de esta manera la caída del «sí-mismo» en lo autorreferencial, en el aislamiento, en el individualismo solitario. Afirmaba el obispo de Hipona: «¡Tan tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera (…). Tú estabas conmigo, más yo no estaba contigo»3 . Amor, espacialidad, temporalidad y comunidad son algunos de los ingredientes de la odisea medieval para dar razón del carácter comunitario de la experiencia divina y humana, o quizá, de la experiencia humano-divina.
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